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Clientes: esa raza

¡Hola, amigos! Siento mucho que últimamente haya estado tan ausente por el blog pero tanto motivos personales como profesionales me han dado cuenta de que hay vida más allá de las redes. Aún así, como buena blogger y freak que tiene que mantener y amar a todos sus blogs por igual, no me gusta dejar sin atender a mis nenes. Tampoco es que tuviese nada demasiado interesante con lo que actualizar, pero después de pasar un fin de semana de presión y estrés debido a un encargo he decidido que ya iba siendo hora.


El mayor problema del traductor es ser realmente traductor, es decir: tener clientes. Una vez que encuentras a algún cliente que te llama y te propone su trabajo y sus condiciones te sientes realizado como traductor autónomo, hasta decides ponerle una onza de chocolate al café que te vas a tomar mientras te lees el documento para darle el visto bueno, porque hombre, ¡hoy te lo has ganado!
El gran error que tenemos los traductores noveles, sobre todo, es el de idealizar al cliente. Nos cuesta tanto encontrar a los primeros que nos pensamos que son seres supremos de otra galaxia con un texto que nos sacará de pobres o de casa de nuestros padres y nos llenará de futuros clientes ansiosos de trabajar con nosotros. Pero no es así. Hasta la fecha, aún no sé de nadie que haya trabajado con una raza especial dotada con rayos láseres e inteligencia ultra especial que sea capaz de parar el corazón a través de la línea del teléfono, ¿qué intento decir con esto?: que se puede dialogar con ellos.
Gracias a la cantidad de educación de empresa que tenemos en este (y muchos otros) países, la mayoría de los clientes no ven al traductor como un trabajador más, sino como a alguien a quien le van a dar un texto porque no tienen un primo que ha vivido en Inglaterra capaz de hacerlo (o al menos no tienen uno del que se fíen). En otros casos no es así, por supuesto estoy generalizando, y muchas veces nos podemos encontrar con que realmente sí sea consciente del reto de la traducción. No obstante, debemos partir de que, por muy apasionante e indispensable que nos parezca nuestra tarea a los traductores, poca gente ajena a ella está de acuerdo con nosotros.

Nadie me escucha cuando hablo de gramática en las fiestas.
Por lo tanto, hemos de ser conscientes que si poca gente ve útil nuestra tarea, ¿cuánta sabe tratar con un traductor?
Muchas veces nos quejamos de que nuestro cliente nos ha pedido esto para dentro de muy poco tiempo, o que en un mismo archivo nos ha puesto documentos de traducción general, traducción específica y unos términos legales todo bien mezclado cual ensalada, pero pocos nos atrevemos a hablar con el cliente porque nos pensamos que nos dejará de enviar encargos.
Y por no hablar de las interpretaciones. Las personas de a pie suelen acostumbrar a llamar a alguien de confianza que les ayude con la interpretación, si esta persona no puede y tampoco pueden posponer su cita, solo ahí será cuando contacten contigo, a escasos minutos del momento de actuar.
Muchas veces nos quedamos con la sensación agridulce de tener un encargo pero que sean con unas condiciones bastante lamentables y no hacemos nada más porque pensamos que el cliente es una raza superior a nosotros. Mi recomendación es que no debemos quedarnos ahí. Sí que hay clientes que buscan una solución fácil, rápida y barata para su producto, pero de normal un cliente busca una calidad y lo que sucede es que no sabe cómo trabajamos. Hemos de ser nosotros los que eduquemos al cliente, y no sólo diciéndoles nuestras tarifas o los pluses que les podemos cobrar si nos lo pide de un día para otro, sino por ejemplo explicándole que si te lo manda con más tiempo tendrá ciertas ventajas como una documentación más exhaustiva para prepararte su trabajo y que eso se verá reflejado a la hora de esa traducción, o que los documentos que te proporcione estén revisados por alguien experto en la materia para evitar faltas de ortografía o comprensión etc. también en las interpretaciones hay que explicarles cómo trabajamos, que necesitas un sitio donde puedas escuchar bien y que si hablan todos al mismo tiempo no podrás atender a nadie. Además no viene nada mal si es una consecutiva decirles más o menos cada cuánto deberían parar.
Soy de las personas que siempre defenderé lo de que "hablando se entiende la gente" y en una relación traductor-cliente la comunicación es más que primordial ya que nosotros trabajamos con eso.

Por lo tanto, lo que quiero destacar de esta entrada es que los clientes no son seres superiores con los que no se pueda tratar ni hemos de aceptar todas sus propuestas sin rechistar. Todo lo contrario, muchos de ellos agradecen que les demos unas pautas a seguir para poder así podernos sacar el máximo partido. Hemos de ser conscientes que vivimos en un mundo en el que no hay cabida aún para el traductor, por lo tanto somos nosotros los que tenemos que trabajarnos, no solo las oportunidades, sino el camino a seguir.