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El problema de servir para todo


Como no se ha explotado mucho últimamente el tema de lo mal que está la situación económica en España hablaré un poquito más de ella en este artículo (nótese la ironía). Francamente, después de un verano que casi acaba empeñada en buscar algún trabajo con el que poder saciar mi sed de empezar a trabajar he llegado a una conclusión y es que la multifuncionalidad de los traductores no es tan ventajosa como se nos anuncia.
Yo siempre he sido una persona de pensar que los marcos me agobiaban, que yo era más una persona de horizontes amplios y muy versátil, por eso la traducción y el hecho de buscarse una vida profesional de ella no se me antojaba ningún problema. Sin embargo, una vez manos en la masa veo que el hecho de que no tenga paredes que lo limite puede ser más que desbordante y agotador. Veamos un ejemplo: un profesor. Una vez terminada su carrera sabe lo que le toca: estudiar oposiciones, o enviar cartas de presentación y curricula a todos los colegios privados, aulas de apoyo, centros de clases particulares que pueda encontrar. En todo caso si dispone de dinero puede montarse su aula pero su labor no va más allá de la enseñanza. Una situación similar pasa con ingenieros, técnicos, abogados, enfermeros etc. pero, ¿cuál es la situación del licenciado en traducción?
Para empezar vemos como dos disciplinas (la interpretación y la traducción) se ven agrupadas en una misma y que, ingenuos de nosotros, una vez que vamos a apuntarnos a redes sociales o listas de trabajos, vemos como las solicitudes de traductores muchas veces son realmente de intérpretes y otras ni siquiera saben lo que piden. Y ya si no hablamos de las diferentes ramas de la interpretación puesto que si te quieres especializar en eso y empezar en ferias o congreso muchas veces tu labor se verá mezclada con la de las barbie-modelo que van a exponer un producto (no, gracias, no te voy a decir cuánto mido sino cuántos idiomas hablo).
Por otro lado si queremos salir a la calle y buscarnos la vida sin necesitar de redes que nos anuncien, se nos puede caer el mundo encima al darnos cuenta de que realmente: ¿por dónde empiezo? “El mundo, ese lugar abierto ante ti lleno de posibilidades y posibles clientes que necesiten de tus servicios” te dicen, pero tú solo puedes pensar “¡¡Madre del amor hermoso!!”. Es muy bonito decir que detrás de cada persona hay un posible cliente, pero ¿realmente es así? NO. El mito del primo que sabe ingles sigue vigente, al igual que el mito de que cualquiera puede hacer lo que tú haces o el de que “¿para qué iba yo a necesitar eso?”, lo cual es muy desesperante ir a una empresa a entregar una tarjeta de visita y terminar explicándole cuán importante es tu labor en el mundo. En el peor de los casos ya tienen a alguna agencia o traductor que trabaje para ellos con lo cual solo te queda la esperanza de caerles bien y que si en algún momento se encuentran con muchas traducciones que te den alguna.
Otra solución ante este mar de expectativas y peces en donde no sabes a dónde acogerte te queda otra opción: sobresalir (así, como si fuese tan fácil). El camino “más sencillo” puede ser el de hacer algún máster o el de hincharte a hacer cursillos hasta que tu bolsillo no dé a más. Puede que de esta forma llegues a ser semi-experto de lo que te propongas. No obstante, el hecho de enfrentarse al gran océano que es el mercado laboral del traductor lo tendrás cuando dentro de un año decidas dejar de beber de la teta de las facultades. Otra forma de sobresalir puede ser la originalidad: ser original a la hora de venderte, a la hora de anunciarte, tener página web, ser el pez de distinto color dentro de la pecera, pero claro, esto ya es algo que no todo el mundo puede hacer.
El problema de no tener marcos es que todo te puede ser insuficiente, cualquier esfuerzo grande puede parecer poco dentro de todo lo que aún queda por hacer. Y esto especialmente se pronuncia en momentos en los que, como sucede hoy en día, parece que la crisis está empezando a afectar hasta a la visión de España en el extranjero.
No obstante, todo el tiempo libre que tenemos y todos los laberitos a resolver antes de dar con la solución correcta nos pone el cerebro en funcionamiento y nos hace trabajar desarrollando nuestra creatividad. Y eso, como he dicho antes, es una solución muy aceptable. Tal vez puede que no seas el mejor, pero si tu imagen dice que lo eres, al cliente no le importará (o al menos no hasta que no se dé cuenta).