Creación de personajes secundarios
Hay muchas formas de crear personajes, sobre todo personajes
secundarios. El protagonista suele ser más fácil, normalmente es él o ella
quien llega a nosotros muchas veces cargado de características o cualidades más
o menos biográficas que trataremos de disfrazar (ahí viene la magia del autor y
la maestría a demostrar).
El problema llega con los
secundarios. Hay muchas opiniones al respecto, y, por mucho que diga y
recomiende, cada autor lo hará a su manera dependiendo del momento o la
situación, sin embargo, las vertientes más importantes a la hora de crearlos
son estas dos:
- Los que crean la situación y luego al personaje.
- Los que crean al personaje e intentan que el destino de los mismos los lleve a la situación deseada.
Yo soy más partícipe del segundo
escenario ya que creo que una buena ficción radica en unos buenos personajes
tridimensionales (con cuerpo, carácter e historia tras ellos) y hay que saber
quererlos tanto como al principal, nunca hemos de usarlos. Pero tampoco podemos
crear personajes alejados y aislados, ciegos a una situación final que les
viene destinada y no pueden evadir. Por lo tanto, y coincidiendo con la mayoría
de las veces, lo correcto es el justo medio (in medio sistit virtus), es decir,
tener presente una situación o el hilo argumental de tu historia y delinear
personajes que encajen con ese hilo pero que tengan trasfondo y tengan vida.
El
problema de crear personajes planos en lugar de tridimensionales es que lo
plano no le otorga credibilidad al personaje o incluso a la historia. Esto tiene
una razón clara y es que, a pesar de estar hablando de ficción, tratamos de
reflejar una historia que pretendemos tratar de real, y las personas no somos
planas. Si nos fijamos en las grandes obras, además, podremos observar que las
que realmente han triunfado son aquellas que tienen personajes tridimensionales,
aquellas, a las que podríamos extirpar uno de esos personajes y podrían seguir
viviendo por sí solos (muchas incluso lo han hecho, aunque este personaje
aislado no diese para tantas temporadas como el original). Hay muchos autores que
explotan esta característica y hacen que la obra se narre de varios puntos de
vista distintos convirtiendo a los secundarios en protagonistas y viceversa (claro
ejemplo de Juego de Tronos o Las Leyendas de la Dragonlance).
No
significa, no obstante, que el hecho de no tener un personaje secundario
tridimensional te asegure el fracaso o que el tenerlo el éxito. Es solo una
recomendación que se ha de tener en cuenta. No debe dar pereza narrar historias
de estos personajes, de hecho, es necesario, se dice que un autor lo es no por
lo que publica sino por lo que tira a la basura. Lo que está claro es que
tenemos que saber por qué ese personaje actuó de esa forma, sea más o menos
influyente en la historia principal, no podemos tener ataques de locura e
irracionalidad (a no ser que nuestro personaje sea así). Creo que un autor, en
todo momento, ha de controlar el mundo que está creando y, aunque a muchos nos
guste que sean los personajes los que nos sorprendan, hemos de tener una mínima
intuición de por dónde irán los tiros.
Está claro que hay muchas formas
de escribir, ninguna mejor o peor que otra. A cada autor le llega la lucidez de
una forma u otra y no podemos intentar domar esa musa. No obstante hemos de
saber responder por nuestros personajes, conocerlos como si los hubiésemos
traído al mundo, y saber responder al porqué de sus acciones sin ningún
titubeo.
Se pueden hacer ejercicios
prácticos para estos personajes y fichas de los mismos para tenerlos siempre
vivos. Ponerles diferentes situaciones para ver cómo actuarían o contar
anécdotas de sus vidas o traumas que les llevan a unos miedos suelen ser
actividades aconsejables a la hora de contactar con ellos y descubrirlos.