Hola, he empezado traducción, ¿tienes mi tarjeta?
Sí, hace mil que no actualizo. Lo que tiene ser ahora una persona mucho más ocupada (la tarjeta de presentación dio su resultado). Intentaré, de todas formas, actualizar de cuando en cuando aunque sea con entradas más cortas y cuando realmente la cosa lo necesite.En este caso, por ejemplo, me gustaría hablar de un tema bastante de moda: el traductor prematuro. Últimamente hay un montón de charlas de coaching, de talleres, de conferencias (y demás) sobre cómo dar los primeros pasos en el mundo laboral, en el que la palabra emprendedor no se queda nunca en desuso. Yo no diré que no he acudido a alguna, y, de hecho, me sirvieron bastante pues salí muy animada de ahí (es como una droga hasta la siguiente dosis de realidad, y luego la próxima, y la otra, y la otra...). Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención de todo esto es que cada vez me encuentro con gente más joven que asiste a estas charlas. Ahora me diréis "Inés, es que tú te haces más vieja", sí, pero yo me refiero encontrarme a gente de primero y segundo de carrera.
No nos equivoquemos, cuando en todas esas charlas dicen "no hace falta que termines la carrera para ser traductor" no se están refiriendo en que con la primera matrícula ya te den la potestad de traducir, ni mucho menos. No exageremos las afirmaciones, está claro que de nada cuenta un mes más o menos de la graduación, ¡medio año! (pongámonos generosos), pero no dejemos de lado el hecho de que al traductor lo hace la experiencia y la sabiduría.
Y aquí entra una doble moral extraña, es cierto que una persona que no haya estudiado traductor puede ser traductor (si sabe serlo), está claro que una persona que no haya terminado puede ser traductor, pero por más seguidores en twitter, por más tuits por minuto que pongas, por más blogs que tengas... eso no te hace ser traductor. Ojo, estamos creando monstruos. Hemos de ser conscientes de qué somos y qué no somos, humildes. Tenemos que reconocer el momento en el que estamos de nuestra formación y, cuanto nos queda aún por aprender.
Y dicho esto, pongo un vídeo divertido para calmar la tensión del artículo:
Sed felices.